Hola! Somos Anna y Sven
Estamos ubicados en l'Espluga de Francolí, en la comarca de La Conca de Barberà, en el interior de Cataluña. Esta es una región de secano, lo que significa que nuestros cultivos no disponen de riego. Por eso tenemos que maximizar el uso de la poca lluvia que recibimos y, a la vez, mejorar el suelo tanto como podamos. Solo de esta forma podremos retener el máximo de agua cuando llueva. El hecho de depender del agua de lluvia en tiempos de calentamiento global hace que nuestras cosechas sean inestables e imprevisibles pero con la pequeña ventaja que, al tener poca agua, nuestros productos tienen mucho más sabor, son más intensos y densos en nutrientes.
“Lligams Orgànics” es como hemos llamado a nuestro proyecto agroecológico y cultural. El azar hizo que llegaran a nuestras manos unos campos familiares de generaciones y fue así como decidimos cuidar de ellos: de la mejor manera posible.
Por qué “Lligams Orgànics”?
La palabra catalana "Lligam" tiene diferentes significados como lazo, vínculo, cuerda, unión, relación, enlace o cohesión. Nosotros creemos que en un sistema sano todo está conectado entre sí y todos los cabos están unidos, igual que en un ecosistema. En nuestro proyecto estos "lligams" se hacen visibles cuando nos relacionamos con el ecosistema, con el suelo, la tierra, los elementos, entre nosotros, con las personas (clientes, otros campesinos, productores, profesores y educadores, estudiantes y aprendices, vecinos, voluntarios...), el pueblo, las diferentes culturas y países, las diferentes visiones, etc.
"Orgànics" representa la manera como producimos: de forma orgánica y ecológica, pero también refleja las conexiones esenciales que nos hacen crecer de manera orgánica: dando el tiempo y el espacio necesarios y sin forzar. Solo de esta forma se consiguen conexiones fuertes, reales y duraderas.
Nosotros vemos “la agricultura ecológica” como un punto de partida aunque somos conscientes que la certificación todavía no ha llegado a su estado ideal. Creemos que el input de fuera de la finca tiene que ser el mínimo y que para conseguir nuestros objetivos y crear sistemas que tengan el máximo de biodiversidad y vayan de la mano de la naturaleza, tenemos que aplicar técnicas de permacultura, agricultura natural coreana (KNF), agricultura sintrópica, agroforestería, agricultura regenerativa, biodinámica, vegánica, etc.
Siempre que podemos, intentamos trabajar de forma manual, reduciendo así el uso de máquinas para obtener nuestros alimentos. Las razones son diversas: no solo porque genera un impacto directo en la tierra y en la forma de compactarla, sino también porque la producción alimentaria de hoy en día se ha vuelto dependiente de la tecnología, las máquinas y la energía fósil, que a veces nos llega de lejos y se produce en campos enormes de monocultivo, donde no existe espacio para la biodiversidad.
Si tenemos en cuenta la energía que se utiliza en la producción de estas máquinas, la extracción de materiales naturales, la producción de fertilizantes químicos, etc (sin hablar de las condiciones de trabajo ni el impacto ambiental del proceso), vemos que el input de energía (aportación) dentro de la agricultura convencional es mayor que el output (resultado) en forma de alimento, cosa que no es un sistema sostenible.
Esta forma de producir también influye en nuestro sistema alimentario, haciéndolo muy vulnerable: si pasa algo en alguno de estos pasos, el suministro de alimentos está en peligro.
Creemos que es importante restablecer el vínculo entre las personas y lo que se come e involucrarnos en la producción de estos alimentos. Esta conexión se ha perdido y como resultado estamos comiendo muchos productos que no son ni sanos, ni baratos y están procesados, creándonos enfermedades y alergias.
Por ahora todavía tenemos la elección entre una situación donde robots produzcan nuestra comida esterilizada y programada por alguien en bata blanca, que decida qué nutrientes hay que incorporar, o si preferimos una agricultura a pequeña escala, agroecológica y con mucha diversidad, donde la comunidad esté involucrada en la producción de su comida. Nosotros sabemos cuál de estas dos situaciones nos genera más confianza y seguridad.
En el campo nos gustaría ver más gente y menos máquinas; más biodiversidad y menos pesticidas.
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